Sé bienvenido, viajero, pues tus pasos te han llevado a Valsorth, tierra de maravilla y misterio, lugar donde la aventura aguarda detrás de cada colina de perfil amenazador, en lo profundo de un bosque tenebroso o en el interior de un templo erigido a un dios de nombre olvidado. Si eres valeroso, recompensas que jamás hubieses soñado serán tuyas, pero si tu coraje desfallece, tus huesos reposarán en una tumba sin nombre.

31 agosto, 2010

04b Contra los Espectros Helados


Segunda y última parte de la exploración del Palacio de Narthnast, en el valle de Elantria. En ella nuestros héroes descubren un nuevo mal que amenaza a las Terasdur, y por ende, a todo Valsorth.

...

La Oscura Compaña, tras descansar un buen rato, continuó con su exploración del palacio subterráneo de Narthnast, buscando en las antiguas habitaciones de los príncipes elfos encontraron un pasadizo secreto, que tras seguir, les llevo de nuevo a la sala de la fuente. La vez que pasaron por aquí no se habían percatado de la entrada secreta, en mayor parte debido a la pelea con el Acechador Invisible.

Continuaron hacia el este del complejo subterráneo, por pasillos preciosos, con las paredes adornadas con cenefas y filigranas imantando motivos arbóreos y piedras élficas de incalculable valor. Dejaron pasar un pasillo y llegaron hasta una puerta, en ella, escrito sobre pequeños bloques de piedras se podía leer:


Tras comprobar Morkainen que presionar una letra al azar, producía una descarga eléctrica, comenzaron a pensar en la solución del enigma. Tras un buen rato pensando, las féminas del grupo dieron con la clave, presionar la “L” de METAL, transformándola en META. Así pues, una vez dentro encontraron una sala abovedada de aspecto gótico, parecía una biblioteca, se escuchaba un zumbido grave y continuo, incluso perceptible desde las escaleritas descendentes que llevaban a ella. La cámara era tan alta que el techo se perdía en la oscuridad. En el centro se encontraron un pedestal redondo y negro, y encima de él una bola de cristal, que parecía la emisora del zumbido. En un acto algo temerario, Morkainen la tocó con ambas manos. Resulto ser una Bola de memoria Élfica, una vez al día, aquel que la tocará, recibiría imágenes y conocimientos del pueble élfico, de toda su historia y logros. Eso sí, tuvo que superar una dura prueba de voluntad y coraje para no caer inconsciente. Una vez “descargada” la bola perdió el brillo y cesó el zumbido (hasta el siguiente amanecer, pero eso no lo supieron nuestros héroes).
Salieron de la biblioteca por otra puerta que daba hacía el sur del complejo.

Llegaron a un cruce de pasillos, que hacía la izquierda daba en un pozo que descendía hacia el nivel inferior. Unos gruñidos y unas quejas se escucharon, provenientes de abajo, hombres-lagarto, supuso el grupo. Pero decidieron hacer oídos sordos y coger el de la derecha conforme descendían hacia el sur. Tras una sencilla puerta de madera sin adornos encontraron una polvorienta sala a oscuras. Sus paredes carecían de adornos excepto por un espejo de plata de cuerpo entero frente a la puerta. El marco de plata barroca describía un óvalo perfecto. Al pie del espejo encontraron una cortina de terciopelo granado que parecía haber sido arrancada de unos aros de metal insertos en el techo, sobre el espejo. Examinaron la sala, Azariel fue la encargada de examinar el espejo, y su sorpresa fue mayúscula cuando la imagen que de ella se reflejaba, cobró vida y salió del espejo bruñido. La alarma cundió entre el grupo y pronto Krom la inmovilizó y ató. Comenzaron a interrogarla. Dijo ser un espíritu errante, atrapado en el espejo, que por fin estaba libre, les ayudaría, pues conocía el palacio élfico, y lo único que quería era libertad y vivir... Parecía conocer Narthnast, pero una Narthnast de hace años, aun así como muestra de su buena voluntad les enseñó la puerta secreta que conducía a un pequeño habitáculo (más bien un armario) en él que encontraron tres túnicas de mujer con símbolos mágicos. También les guió a una habitación al sur, “La habitación del Dragón” la llamó.

Aun así, nadie se fió de ella, y menos aun, Azariel, que insistió en que la mataran, pero nadie la hizo caso. La llevaron atada a una cuerda y siguieron hacia el sur. Llegando a una sala, iluminada por un débil conjuro de luz anaranjada situado sobre una estatua de hierro de un dragón, que dormía enrollado en un pedestal circular en medio de la estancia. Cuatro columnas talladas con enredaderas en espiral trepaban hasta el techo a 4 m de altura. El dragón, que se llamaba Bizarrus, les dio la bienvenida, era un intelectual y filósofo recalcitrante. Bizarrus pareció encantado con la visita y se mostró deseoso de conversar. Les contó cómo hace unos meses el complejo fue asaltado por orkos, y cómo éstos se llevaban enfrentando a los hombres lagarto, desde entonces (que habitaban en el nivel inferior). Pero hace quince días algo sucedió, alguna nueva fuerza entro en juego en Narthnast, y los orkos de Skang, que eran el grupo dominante, tenían miedo. Habló también de de sus teorías del ser y el no ser, de la nada como experiencia terrenal, la idea de la muerte y otra vida más allá, etc. El grupo le pregunto por el extraño doble de Azariel, y en ese momento el dragón dijó: -“Aquél que corre por el pasillo del oeste”- con rimbombante voz.

Mientras el grupo hablaba con el dragón, al despiste, el duplicado de Azariel había comenzado a correr por el pasillo en sigilo, mientras con habilidad maestra se había desatado las manos. Krom, Morkainen y Vezlot comenzaron a perseguirla, el duplicado, intentó dormirles, pero sólo lo consiguió con el gigante azul, la bárbara y la maga elfa también se unieron a la persecución. El duplicado lanzó una poderosa bola de fuego, pero el grupo supo esquivarla a tiempo. Entre todos mataron al duplicado sin piedad. Azariel se enfadó mucho y mantuvo el resentimiento bastante tiempo, porque no la habían hecho caso.

Continuaron hablando con Bizarrus, el amigo, que era todo un dolor de cabeza, les reveló la escalera secreta que llevaba a una sala con tesoros. Vezlot y Morkainen acudieron prestos, con ojos ávidos, abrieron la puerta secreta y subieron las escaleras, encontraron una sala con dos cofres cerrados y otra puerta. Krom les miró desde fuera, cogió un espadón caído y oxidado y volvió a bajar las escaleras.

Vezlot abrió el primer cofre, donde encontró tesoros de menor valía (anillos, pulseras, un poco de oro, etc), se puso manos a la obra con el segundo, la cerradura era mucho más complicada, seguro que escondía algo de gran valor, pensó. La cerradura se le resistió al elfo oscuro, de repente sonó un *clanck* y la estancia se comenzó a llenar de un gas amarillo que provenía del cofre, el elfo oscuro, sin querer, había roto una capsula de gas venenoso. Vezlot y Morkainen aguantaron la respiración, pero por lo que parecía, el gas se absorbía por la piel. Ambos comenzaron a toser y a ponerse bastante malos. Derribaron la puerta de enfrente (ya que Krom había cerrado por la que habían entrado, para seguir explorando el dungeon) y se encontraron cara a cara con tres hombres lagarto en una húmeda estancia, con dos trampillas que llevaban a distintas partes del nivel inferior. Morkainen cargó y se llevó por delante a un hombre lagarto, cayendo por una de las trampillas, cayeron a las cloacas pero el hombre lagarto se llevó la peor parte de la caída. Vezlot esquivó el lanzazo de uno de los lagartos (a los cuales también empezaba ya a afectarles el gas) y se arrojó por la misma trampilla que Morkainen, cayó encima de éste y del hombre lagarto, al que además cortó el cuello, los hombres lagarto restantes, aturdidos por el gas, se arrojaron a la cloaca, allí se enfrentaron a los héroes, que finalmente los vencieron. Ambos volvieron a subir al nivel superior y una vez disipado el gas, cogieron varios tesoros menores que obraban en poder de los hombres lagarto.

Así pues, tras explorar casi todo el complejo de Narthnast decidieron traspasar la puerta en la que en orkan ponía: -NO ABRIR-. Tras abrirla, subieron unas empinadas escaleras, el angosto pasillo ascendente terminaba en una caverna de altas paredes verticales (15 metros de alto). Era una especie de jardín subterráneo, precioso, pájaros de plumas azuladas volaban de una copa a otra de las grandes hayas que poblaban la hondonada. Agua y frondosa vegetación por todas partes. Aquí y allá había praderitas de tréboles con azucenas violetas, pero había una extraña sensación, un frío ultraterreanl. No había ni un solo sonido y todo tenía un tinte mágico, onírico.

No se dejaron sorprender por la belleza del entorno y se mantuvieron en guardia, unos pegados a otros, de repente de la espesura surgieron una especie de espectros, como formados de hielo. Espectros Helados, dijo Morkainen, también conocidos como Gulkas, Mensajeros de la Tormenta, Heraldos del Frío, o como “Los Otros”. –“Muertos vivientes que tienen la forma de guerreros humanos, con la piel blanca y helada, dos brillos cegadores en vez de ojos, con armas y armaduras que parecen hechas con metal helado. Pero... se supone que desaparecieron hace más de mil años”- dijo con miedo Morkainen, gracias a sus conocimientos recientemente adquiridos.

Los espectros comenzaron a moverse con una rapidez inhumana, hirieron de levedad a Vezlot y Krom, pero Azariel les hizo retroceder a todos a las escaleras, aguantando y conjurando, con un astuto plan, murmuró: -“Sí son de Hielo seguro que el fuego les duele...”- y con sus compañeros al resguardo de la escalera lanzó, gastando toda energía que le quedaba, la bola de fuego más fuerte que pudo conjurar. Los cinco espectros (pues ese era su número) desaparecieron entre vapores y humo. Al otro lado del jardín subterráneo había otras escaleras que ascendían hasta lo que eran las puertas dobles de la entrada principal de Narthnast.

Todo el grupo estaba algo frustrado, pues no habían podido acceder a la cámara del tesoro, todos (en especial Vezlot y Azariel) plantearon regresar con más recursos y poder, pero ahora debían abandonar las Terasdur y avisar a los pueblos civilizados, que dos amenazas que se creían extintas (Dragones y Espectros Helados), volvían a horadar Valsorth, más concretamente las colinas Terasdur.

Epilogo: En la oscura caverna Nightscale agachó su reptilineo cuello con miedo y reverencia, -“Mi señor Duque, asuntos privados han pospuesto mi misión, siento la tardanza, pero estoy a su entera disposición”-. Una fría voz humana respondió, -“Bastante tarde, en mi opinión, pero bueno, el señor nos llama al norte, asuntos urgentes acontecerán allí, hemos de partir enseguida, Erashar será nuestro destino. Pero antes quiero que busques a un importante sirviente mío, se llama Skang, un tipo bajo y delgado, habita con unos cuantos orkos y trasgos en un viejo palacio elfo abandonado. Le necesito a él y a sus soldados, has de volar rápido dragón (el desprecio y osadía inundaron la fría voz) pues necesito que estéis aquí de vuelta en tres días como máximo”-, -“Cómo deseéis Duque”-, la enorme caverna sin apenas luz dejó entrever un inmenso trono fabricado con huesos de dragón, en él la figura humana se incorporó. –“Nightscale, te indicaré como llegar al valle élfico, y a las cavernas”-, por una apertura de la gruta entraron rayos de luz de luna, el plano se alejó dejando ver el pico de una de las más altas montañas de las Terasdur.

Mientras el delgado humano de crueles ojos escrutadores, y negro pelo largo en coleta, salió por la puerta secundaría por la que habían entrado los héroes unas horas antes. Estaba enojado, pero no podía enfrentarse él sólo a ese grupo, parecían poderosos, pero no le volverían a sorprender. Comenzó a correr por el valle élfico en dirección al suroeste. Volverían a saber de Skang...

...

Bueno, ahora la siguiente la dirigirá Pi (¿o al final no?), así que pronto estará el resumen por aquí.

Un noble saludo.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario